martes, 12 de noviembre de 2013

Analisis de 99 Francos, una crítica a la Publicidad

 La película 99 francos inspirada en el libro 13,99 euros, muestra la fascinante vida del mundo de la publicidad y el mundo de los medios en general. La vida perfecta, la fama, el ego, el éxito, las mieles de la vida burguesa y el codo a codo con celebridades, modelos y demás, se ven emergidas  en infelicidad, amargura e hipocresía con la vida misma quien vive.
 
La premisa mercadeable que envuelve los medios y a quienes trabajan en ellos hace que se asuman las facetas de la vida con banalidad y lujuria. Se le confiere una importancia mayor a los objetos, a los espacios pulcros y propicios para fomentar la creatividad y las relaciones fugaces que a la construcción de relaciones sociales de peso, las ópticas consumistas en la sociedad de mercado degeneran los vínculos personales al tratar al otro como mercancía, fácilmente desechable y descartable.
 
La publicidad es sinónimo de manipulación. Lo que se transmite se encuentra determinado por entes reguladores, que ejercen poder y dan cuenta de ciertos intereses que suelen transmitirse hasta de manera inconsciente a través de los medios La manera en la que se alteran los sentidos con la finalidad de propiciar el consumo y el bombardeo de imágenes que recrean los imaginarios sociales inalcanzables para muchas de sus audiencias, generan una infelicidad colectiva. Mientras el publicista se encarga de implantar ideas sobre productos y estilos de vida, deja de lado que la vida que el mismo vive, llena de supuestas proezas y envidiable, es solo un espectro de la felicidad simple.
 
En esta película que como una comedia crítica introduce al espectador en el confuso mundo de la arrogancia, la trivialidad y los estereotipos de los narcóticos usados como detonantes de la creatividad. La publicidad funciona bajo la estrategia de distracción. La difusión de mensajes que motivan el deseo por elementos inalcanzables, tangibles o no, hace que la audiencia se concentre en ese deseo obsesivo sin dar lugar a pensar en su entorno y en la problemática social. De igual manera la publicidad crea problemas y genera soluciones. Las ideas implantadas en el imaginario social sobre que vestir, como ser, que tener y la acumulación de factores para tener una vida feliz e ideal de acuerdo a lo que las agencias se programan para vender. La publicidad es el aliado principal del mercado y del capitalismo, genera individualismo, aumenta envidias y rencores debido al poseer o no el objeto del deseo.
 
Dependiendo el entorno social los medios se moldean. A través del entorno social se compromete el modo de hacer contenidos por parte de los medios de comunicación, toman partido a favor o en contra de las transformaciones sociales, se dan mediaciones cognitivas cuando el medio crea un mito alrededor de un mensaje. Cuando se logra que aquello que cambia tiene lugar en la concepción del mundo de las audiencias. Se crean modelos de representación del mundo e imaginarios sociales. “Las mediaciones que realizan los medios de comunicación de masas se integran en el proceso de comunicación dentro de un sistema más amplio que incluye la actividad de otros agentes: todos aquellos que intervienen desde que el acontecer es objeto de referencia de la comunicación hasta que resulta conocido por las audiencias.” (SERRANO, 1985)
 
“Todo se compra, el amor, el arte, el planeta tierra, usted, yo, sobre todo yo. El hombre es un producto como cualquier otro, con una fecha límite de venta. Soy publicitario, soy de esos que le hará soñar con cosas que usted jamás tendrá (…) Cree que hago un mundo mejor, error, lo empeoro”. Ésta frase resulta ser la base del monólogo que comienza al principio de la película, pero más aún, representa el eslogan oculto del capitalismo visto a través del marketing. La cosificación del ser humano que se convierte solo en un producto consumible… y que consume… atravesado también por las lógicas de poder de las que habla Foucault y sujeto a un sinfín de normas que lo atraviesan inconscientemente y le crean necesidades y satisfactores que lo arraigan más a la superficialidad y a la intolerancia de la falta. Incluso siguiendo con la perspectiva de Lacan, ¿sólo quedaría pensar en un A (Gran Otro) publicitario que es quien ahora convierte al sujeto en deseante? Pero a qué precio, qué deseo y a través de qué… Una máquina que convierte en máquina, y una realidad que se vuelve cada vez más superflua y ficticia. La emocionalidad que se borra, una vida que no se siente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario